“Se convocó un concilio en Roma en el cual se estudiaron los estatutos de la mujer. Se llegó a la decisión de que la mujer no tiene alma y por ello no heredará la vida trascendental, y que es impura, que no debe comer carne, ni reírse, ni hablar. Que debe pasar su tiempo rezando, en la adoración y el servicio al hombre. Para cumplir todo esto, inventaron un candado que le cerraba la boca y que llevaba en casa y por las calles. Todo esto, sin contar los castigos físicos a los cuales se le sometía ya que era considerada una herramienta de tentación usada por el diablo.”