A pesar de que Rashid llegó justo a la hora acordada, encontró a Michael allí esperándole en una mesa, e incluso ya había pedido una bebida para darle la bienvenida. Rashid le saludó y se sentó en su silla.
Michael: Te he traído tu bebida favorita, té con limón. He pensado que te gustaría beberlo como de costumbre.
Rashid: Gracias por tu bienvenida. A pesar de ser, efectivamente, mi bebida favorita, me gusta variar incluso pidiendo alternativas de menos predilección. Creo que así es la naturaleza humana en general.
Michael: Quizá esté de acuerdo contigo, pero dejemos ese tema y empecemos nuestro tema de hoy. Bueno, perdona… ¿quieres que te pida otra bebida diferente?
Rashid: No, no… gracias. Parece que vienes entusiasmado para entrar en un debate.
Michael: No tanto, es más bien para no quedarnos sin tiempo debatiendo otro tema tal y como pasó la vez pasada.
Rashid: Entonces, adelante, por favor.
Michael: Tal y como te dije en el último encuentro, creo que vas a coincidir con mi opinión acerca del tema que quiero tratar. Y sé que es común en vuestras sociedades una visión contraria a mi postura.
Rashid: Muy bien. A mí tampoco me gusta la discordia, y mis debates contigo son un intento de llegar a convicciones comunes, o al menos, un entendimiento correcto de las opiniones de cada uno de nosotros. ¿Cuál es el tema, entonces?
Michael: El tema, en resumen, es que creo que las relaciones conyugales deberían ser monógamas por ambas partes. Para ser más claro, creo que la poligamia que permite el Islam conlleva cierta injusticia hacia la mujer. ¿No estás de acuerdo conmigo?
Rashid: ¿A qué mujer te refieres?
Michael (sorprendido): ¡A la mujer!... ¡a la esposa!... ¿Acaso, hay otra mujer en tales relaciones?
Rashid: Tal y como acordamos anteriormente, un análisis correcto de estas cuestiones debe estar dentro un marco global en el cual se engloben todas los aspectos y se puedan ver todas sus dimensiones.
Michael: Bien, ¿pero cómo afecta eso nuestro tema?
Rashid: Lo afecta en el sentido de que cuando analicemos estos temas, debemos considerar los intereses de la mujer teniendo en cuenta el género de la mujer, es decir, todas las mujeres. También, tomar en consideración los intereses de la sociedad en su totalidad, y los intereses del hombre, además de las diferencias entre él y la mujer…
Michael (interrumpiendo): hemos llegado al origen de la injusticia que digo que es practicada contra la mujer en vuestras sociedades. Las diferencias entre hombres y mujeres… Esas diferencias que decís que existen, son valores creados por la sociedad oriental machista para explotar a la mujer y aprovecharse de ella. ¿Qué diferencias son éstas? ¿Por qué no tienen las mujeres el derecho de casarse con más de un hombre? ¿Acaso no indica esto la lascivia de los hombres en esa sociedad?
Rashid: Tranquilo… despacio amigo. Me acabas de bombardear con preguntas en forma de bomba de racimo prohibida en cualquier diálogo y que no se puede atajar a la vez. Debatiremos todo eso. Pero deja que desarticulemos esa bomba y empecemos con algo que suscitó tus reservas: ¿Acaso no crees que existen diferencias entre el hombre y la mujer?
Michael: ¿Qué diferencias?
Rashid: Primero, diferencias biológicas entre la naturaleza fisiológica de la mujer y la naturaleza fisiológica del hombre.
Michael: Por supuesto que existen diferencias biológicas. ¿Pero qué tienen que ver esas diferencias con nuestro tema?
Rashid: No te hablaré desde una base religiosa la cual, yo creo que es necesario, dar por hecha y mostrar complacencia con ella. Más bien, partiré desde una base racional y científica que es aquella en la cual ya ya dijiste creer. Así que presta atención amigo.
Los estudios científicos más recientes han probado que la “química del amor” en el caso de los hombres es diferente que en el caso de las mujeres. Esto llevó a un número de instituciones científicas a investigar de forma más exhaustiva las diferencias entre el sentimiento de amor en hombres y mujeres. Los científicos encontraron resultados asombrosos que indican que los genes del varón le empujan a mantener múltiples relaciones, mientras que los genes en la hembra empujan a ésta a buscar estabilidad y unicidad en sus relaciones. Así, de hecho, la ciencia moderna ha probado que el hombre puede querer a más de una mujer, sin que ello afecte su amor por ninguna de ellas.
El sitio web de la CNN incluye en uno de sus artículos las palabras de Lisa Dimond, profesora de psicología en la universidad del estado de Utah, que dice que existen pruebas biológicas de que la poligamia en las relaciones sexuales de los hombres es algo que deriva de su complexión fisiológica.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford, indicó en un estudio que publicaron en 2007 que las mujeres, a diferencia de los hombres, dedican la mayor parte de su atención a sus cuerpos o a sus hijos debido a la hormona de la oxitocina que aumenta y fortalece su nexo con sus hijos.
Los nuevos estudios científicos indican que determinadas partes del cerebro del hombre casi duplican el tamaño de aquellas en el cerebro de la mujer. Y quizás, la mayor diferencia entre el cerebro del varón y el de la mujer es que los hombres tienen una zona responsable del impulso sexual que es casi dos veces y media más grande que en el caso de las mujeres.
¿Acaso crees que estas diferencias no tienen un efecto sobre la realidad?
Michael: Si estos datos son correctos, es natural que tengan un efecto.
Rashid: Entonces, aquello que has llamado la “lascivia” del hombre y sus relaciones con diferentes mujeres, es algo que no tiene nada que ver con el Islam o con la sociedad Oriental. Te preguntaré una pregunta y te pido que, como de costumbre, seas sincero en tu respuesta: ¿Cuántos de tus amigos o conocidos no mantiene relaciones con diferentes mujeres? Y no hablo de ti.
Michael: Incluso si hablase de mí mismo, es algo común entre nosotros y algo aceptado en nuestras sociedades. Pero no son matrimonios.
Rashid: Entonces, aquello que le echas en cara a nuestras sociedades es común en las vuestras, con una gran diferencia que ahora te explico.
Aunque, antes me gustaría añadir a todo esto que el Islam no es el primero en traer la poligamia. La poligamia siempre existió en todas las civilizaciones antiguas. No existía un límite en el número de esposas que podía tener el hombre, y la poligamia existió en todas las religiones divinas. Dicha poligamia fue permitida en el judaísmo hasta la Edad Media cuando uno de los rabinos más destacados, Gershom Ashkenazi (n. 960 – f. 1040) declaró ilícita la poligamia. En cuanto a las diferentes iglesias cristianas, no la declararon ilícita hasta el siglo XVII, y aún es lícita en algunas iglesias como es el caso de los mormones.
Michael: En ese caso, la poligamia existía en épocas antiguas. Ahora, en cambio, la humanidad y las civilizaciones han avanzado y se han desarrollado.
Rashid: Esos avances y ese desarrollo no deben ir en contra de la naturaleza humana, ignorando sus necesidades y pasando por alto sus intereses. Es ilógico decir que el ser humano, en sus épocas más antiguas, comía la carne de su ganado y vestía la lana de sus ovejas, y por lo tanto, consumir carne y vestir lana queda declarado hoy un comportamiento primitivo y retrógrado. Sí podemos decir que, el avance cultural del ser humano, debe desarrollar más estas acciones para que así cumplan y satisfagan mejor sus necesidades, y garanticen más sus intereses. Y eso es precisamente lo que trajo el Islam.
Michael: ¿Cómo?
Rashid: Tú dices que la multiplicidad en las relaciones sentimentales o sexuales fuera del matrimonio es algo extendido en vuestras sociedades occidentales, y eso sí que es la injusticia y la corrupción social por antonomasia. Es una relación que nunca lleva a la estabilidad psicológica, ni garantiza derechos, ni crea una sociedad sana. Si la poligamia existió en las civilizaciones antiguas sin regulaciones, el Islam vino e hizo justicia a la mujer al satisfacer sus necesidades y hacer de ella una compañera lícita para el hombre. Impuso normas y límites a dicho marido para garantizar el mayor número posible de factores de éxito para esa institución social que es la familia.
El Islam tiene en cuenta los intereses de la mujer, todas las mujeres, y puso un equilibrio entre reprimir los impulsos del hombre y soltarlos a sus anchas. Todo ello mediante la primera y primordial institución social que ha sido destruida en gran medida en vuestros países: la familia.
Michael: Pero todas las estadísticas científicas dicen que la tasa de natalidad de hombres es aproximadamente la misma que la de las mujeres, Así pues, si aplicamos el principio de la poligamia, algunos hombres permanecerán sin pareja, y ello también constituye un peligro.
Rashid: Si las estadísticas científicas demuestran eso, también demuestran que la esperanza de vida de las mujeres es más alta que la de los hombres. En Occidente por ejemplo, los hombres viven una media de 7 años menos que las mujeres, una diferencia que aumentó de manera continua en el último siglo. Por ejemplo, en Alemania la esperanza de vida media de las mujeres alcanza los 80 años, mientras que en el caso de los hombres llega a unos 70 años de media. Mientras que dicha diferencia apenas llegaba a dos años en 1900.
El científico Daniel Kruger, de la Universidad de Michigan en EE.UU. dice: “Los hombres viven menos años que las mujeres en la mayoría de los países del mundo.” Y añade Kruger: “Una de las razones de esta diferencia son las diferencias hormonales entre hombres y mujeres. Las hormonas, en el caso de los hombres, activan genes que causan las enfermedades cardiovasculares.”
Además, existe la probabilidad de muerte en situaciones bélicas en países donde surgen conflictos y guerras. Están también los riesgos que conllevan muchas profesiones violentas y peligrosas, por no decir otros fenómenos sociales como son los accidentes de tráfico. Todo ello se cobra las vidas de miles de víctimas en su mayoría hombres.
Es decir, la media de mujeres en las diferentes sociedades es superior a la media de hombres. Esta es una realidad que confirman los censos de habitantes de la mayoría de los países del mundo. A ello, podemos añadir el número creciente de mujeres divorciadas o viudas.
¿Acaso esas mujeres no casadas deben quedarse solas y sufrir problemas psicológicos, sociales y conductuales? ¿Deberían ser empujadas a pedir sus derechos y satisfacer sus necesidades naturales a escondidas afectándoles así negativamente a ellas y a las sociedades en las que viven? ¿O es que es mejor tener un sistema social que satisfaga las necesidades de todos dentro del marco de regulaciones legales que tienen en cuenta las capacidades y circunstancias humanas y garanticen que ello se cumpla en un marco de justicia, sin ejercer injusticias ni presiones sobre ninguna de las partes?
El sociólogo francés, Gustave Le Bon, respondió a todo esto al decir: “El sistema oriental [es decir: islámico] de la poligamia es un buen sistema que eleva el nivel ético sobre el cual se fundamentan los pueblos, incrementa la cohesión y la conexión familiar, y otorga a las mujeres un respeto y una felicidad que no ven en Europa.”
Permíteme que pida un vaso de zumo de limón para ti, y una taza de té para mí.