- LOS MODALES PROFÉTICOS
“Quiero a Muhammad porque su naturaleza es exenta de ostentación y doblez. Este hombre de opinión independiente fue hijo del desierto, ni se apoyaba en nadie excepto en sí mismo ni fingía lo que no era, ni era soberbio. Pero tampoco permitía su humillación. Llevaba sus ropajes remendados tal y como lo creó Dios y como quiso para él, y se dirigía con palabras libres y elocuentes a los césares de Roma y a los Cósroes de Persia guiándoles hacia lo que debían hacer en esta vida y la otra. Conocía lo que valía, y era un hombre resuelto que no dejaba el trabajo de hoy para mañana.”
- DIOS NO TIENE COPARTÍCIPES
“No hay dios más que Allah, único sin copartícioes. Esa es la verdad y todo lo demás es falsedad. Es Quien nos creó y quien nos sustenta. El Islam es someter todos tus asuntos a Dios, es obedecerle, confiar en Él y apoyarnos en Él. Es tener la certeza de que la fuerza, toda la fuerza, radica la rectitud según Su sabiduría, la complacencia con lo que Él nos destine sea lo que sea en ésta vida y en la otra, y a recibir con resignación y con complacencia cualquier cosa que Dios nos dé, aunque sea la muerte, sabiendo que es bueno y que no hay bien excepto en ello. Es inútil que el ser humano intente hacer de su minúscula mente la vara de medir del mundo y sus condiciones. Debe creer que el universo tiene una ley justa, incluso si él es incapaz de comprenderla y que el bien es la base del universo, y que la bondad es la esencia de la existencia. Debe saber esto, lo debe creer y seguir con calma y piedad.”
- Una acusación infundada
“Algunos extremistas fingen que Muhammad no buscaba más que la fama personal, el estatus y el poder. Pero no. Juro por Dios que en el corazón de ese gran hombre, hijo de los desiertos y las dunas, de alma magnánima llena de misericordia de bondad, de ternura, benevolencia y sabiduría había ideas exentas de codicias mundanales e intenciones carentes del afán de poder y estatus. ¿Cómo no si su alma era pura y era un hombre que no podía sino ser sincero y serio?”