En la ciudad de Medina no se vio un movimiento tan impresionante como aquél repentino interés por la cultura, tal y como sucedió en todas partes del mundo islámico; con ello todo musulmán desde el califa hasta el obrero parecía estar sediento de buscar el conocimiento. Ello fue lo mejor que el islam ha dado, pues el interés de los estudiantes por el centro de estudios de Bagdad y otros centros que fueron el núcleo de las humanidades y las ciencias se parecía al movimiento actual de sabios europeos que llenaban las universidades en busca del conocimiento, incluso más impresionante.