Rashid y Michael terminaron de comer su almuerzo. Entonces, Rashid, miró hacia arriba y, acto seguido, se dirigió a su amigo diciendo:
Querido Michael, me has inundado con una lluvia de flechas de críticas, y has puesto a mi civilización en la jaula de la acusación.
Michael: No son ni flechas ni acusaciones, amigo. Es un diálogo y una crítica constructiva para llegar a la verdad. Creo que hemos ido bastante lejos a través de nuestros debates y todas las explicaciones que ellos contienen. Además, estoy acostumbrado a tu tolerancia y a tu mente abierta. ¿Te ha molestado algo que he dicho antes?
Rashid: No, no, no me molestó. Lo que quise decir es que para que se complete el panorama, necesitamos exponerlo desde todos sus lados, y un aspecto de compleción del panorama, es comparar la situación de la mujer en nuestra civilización y en la vuestra. Creo que nuestras conversaciones anteriores acerca de la mujer, reflejan una imagen bastante clara de la cuestión de la mujer en la civilización islámica. Nos queda ver esta misma cuestión desde la perspectiva de vuestra civilización.
Michael (riéndose): Aquí me tienes con mi pecho expuesto a tus flechas y abriendo la puerta de la jaula.
Rashid (sonriendo): ¿Y por qué ponernos en una situación de conflicto?
Nuestra amistad nos permite hacer de nuestros diálogos una herramienta por la cooperación para llegar a la verdad, tal y como has dicho.
Michael: Estoy completamente de acuerdo contigo. ¿Por dónde te gustaría que empecemos?
Rashid: Creo que lo primero que deberíamos tratar es el estatus de la mujer en las referencias principales de dicha civilización.
Michael: La forma de ver a la mujer y el trato con ella, difiere según la visión de cada persona. Según su valoración, que depende de su educación y cultura. La cuestión aquí, no consiste en el estatus de la mujer en un libro o una referencia.
Rashid: Correcto. No obstante, al mismo tiempo no podemos dejar de lado las referencias que constituyen la cultura de este individuo, que dan forma a sus valores e influyen en su visión y sus ideas. Cuando hablo de referencias no me refiero sólo a libros o referencias científicas, sino también a todo aquello que influye en la conformación de la consciencia y la cultura del individuo. Parte de dichas referencias podrían ser cuentos populares y leyendas que forman parte del folclore, así como los refranes y aforismos que desde el subconsciente colectivo pasan a formar parte de la conciencia individual. Las referencias, en este sentido, influyen a su vez en el crecimiento y la educación.
Michael: Creo que el estatus de la mujer y la forma de verla no difieren mucho en los libros sagrados; lo que hay en la Biblia es muy similar a lo que encontramos en vuestro Corán. Se puede resumir en la manera en la que la mujer fue creada del hombre, en cómo ella fue la causa del pecado original, su salida del jardín, y por consecuente, en su estatus social y su responsabilidad.
Rashid: Esto que dices contiene aspectos en los que difiero contigo. Los detalles del tema del pecado original y la salida de Adán y Eva del jardín son diferentes en el Corán de aquellos en vuestra Biblia. En el Corán, Eva no es la responsable de la tentación de Adán por Satanás. Por tanto, la responsabilidad de su salida del paraíso, no recae sobre la mujer.
En realidad, acerca de la manera de ver a la mujer y su estatus, encontramos en la Biblia que el nacimiento de las niñas multiplica la impureza de las madres. Dice el evangelio: “… si una mujer queda embarazada y da a luz un varón, permanecerá en estado de impureza siete días, y si da a luz una niña permanecerá catorce días en estado de impureza.”
En cuanto al comportamiento de la mujer en la sociedad desde un punto de vista cristiano, se les prohíbe a las mujeres abrir la boca dentro de las iglesias. En la carta primera de Corintios en el Nuevo Testamento encontramos: “Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, antes bien, que se sujeten como dice también la ley. ”
Y no encontramos esto en el Corán.
Michael: En general, el desarrollo que tuvo lugar en nuestras sociedades, no se puede entender si no lo vinculamos a las raíces de la cultura grecorromana de la que emana y si no tomamos en consideración la influencia en él del movimiento religioso reformista protestante. Además de la influencia de las ideas del renacimiento, la Revolución Francesa, y los cambios sociales durante la revolución industrial.
Rashid: Ya que has mencionado la cultura grecorromana, existe una gran confusión acerca de la visión de la mujer que, en realidad, depende de la época que tratemos e incluso la ciudad (o civilización) que usemos como referencia. Cuando hojeamos la historia de la mujer griega, encontramos que era un ser desprovisto de libertad, voluntad y estatus social. Despreciaban su estatus y la consideraban un animal que se podía comprar y vender. Le negaban el derecho legal a la propiedad y a la herencia. Una vez que la civilización griega empezó a desarrollarse y avanzar, cambió la situación de la mujer griega de forma radical y rápida. Y así, pasó a ir a los simposios y mezclarse con los hombres extendiéndose así la inmoralidad y el libertinaje, hasta llegar a considerar los prostíbulos como centros para ejercer la política y la literatura. Y se levantaron estatuas de mujeres totalmente desnudas bajo el pretexto de la cultura y el arte.
A pesar de algunas diferencias y pequeños detalles, la postura de la civilización romana acerca de la mujer no cambió mucho en realidad. Fue un desprecio y una consideración de la mujer como un ser inferior al hombre teniendo este último el derecho a manejarla como quiere. El derecho romano, despojó a la mujer de la mayoría de sus derechos civiles en las diferentes etapas de su vida. Luego, la visión de los romanos hacia la mujer empezó a cambiar, reflejándose ese cambio sobre sus sistemas y leyes relativas a la familia, al matrimonio y al divorcio. Así, la situación dio una vuelta de 360 grados, perdiendo el contrato de matrimonio cualquier sentido que tenía, y dando a la mujer todos los derechos de herencia y propiedad. También cambió su manera de ver las relaciones y los vínculos extramatrimoniales entre el hombre y la mujer.
Michael: Deja que añada que, generalmente hablando, cuando adoptó Europa el cristianismo, tuvo lugar una convergencia entre la visión de la civilización grecorromana hacia la mujer y la visión de la Iglesia hacia ella. Las opiniones de los hombres de la institución eclesiástica se vieron influenciadas por la realidad vivida en su visión de la mujer.
Rashid: Sí, los clérigos quedaron chocados por la extensión de inmoralidad y de lujuria que vieron en la sociedad romana, por la abominable desintegración moral a la que había llegado la sociedad. Por eso, consideraron a la mujer culpable de todo ello; dijeron que la mujer es la puerta del diablo y que debería tener vergüenza de su belleza ya que es el arma de Satanás para tentar y desviar a la gente. El desprecio de los occidentales hacia la mujer continuó, así como la usurpación de sus derechos, durante toda la Edad Media, hasta tal punto de que, incluso en la época de la caballería en la que se piensa que la mujer llegó a cierto estatus social, la mujer siguió siendo considerada una persona inepta desprovista del derecho de manejar sus pertenencias sin el permiso de su marido.
Michael: No obstante, querido amigo, ¿no ves que nuestro debate se ha convertido en una clase de historia? Podríamos saltarnos esta fase para llegar al principio de los grandes cambios que trajeron la era en la que vivimos. Con ello, me refiero a la época de la Ilustración, la Revolución Francesa y todo lo que vino después.
Rashid: No es una clase de historia, sino una búsqueda en la raíces. Veo una fuerte relación entre estas posturas y opiniones que tú consideras historia, con la realidad de la mujer en Occidente hoy, a pesar de haber algunas diferencias en ciertos aspectos.
¿Acaso no observas la similitud entre estas realidades históricas y entre la terminología y el rumbo de los derechos de la mujer en Occidente?
Michael: ¿A qué te refieres?
Rashid: Por ejemplo, el uso de la mujer para el placer y el entretenimiento. Cuando la mujer occidental pensó que había logrado sus derechos con las leyes que fueron promulgadas y que la igualaban al hombre en todos los aspectos, de repente descubrió que se había convertido en muchas ocasiones en un juguete en manos de los hombres. Siguió sufriendo de inferioridad ante el hombre y de dependencia financiera; además su personalidad siguió siendo ocultada por la personalidad de su marido, y este velo no fue levantado hasta principios del siglo XX.
Michael: Pero, al final, la mujer obtuvo sus derechos, y ahora goza de igualdad con el hombre en todos los ámbitos, incluso a la hora de su nombramiento en ciertos cargos.
Rashid: Sin embargo, incluso si en cierta medida, con la promulgación de ciertas leyes y acuerdos, se acabó al menos en teoría con la injusticia hacia la mujer en Occidente y la usurpación de sus derechos, dicha injusticia sigue siendo ejercida en la práctica y de forma muy extendida. A pesar de haber cambiado el nombre y los motivos de esa injusticia, el hombre pudo utilizar a la mujer, en nombre de ese movimiento, como herramienta para amasar dinero y conseguir placeres libertinos. La mujer se convirtió así en una mercancía; en un cuerpo para satisfacer a los clientes en los lugares lúdicos, en una técnica de conseguir dinero por las compañías publicitarias, etc. Eso es el fondo de todo desprecio a la dignidad de las mujeres, hasta el punto de que muchas mujeres se manifestaron en varios países exigiendo la prohibición de que se les use en los anuncios publicitarios.
Una abogada sueca, Bridgit Auf Hoher, dice en relación con la liberación y la igualdad de la mujer: “La mujer sueca descubrió de repente que había comprado una quimera –se refiere a la libertad que le fue otorgada- por un precio desorbitado que es su verdadera felicidad.”
Un informe publicado por la Unión Europea, expresa la situación de la mujer en los países occidentales y cómo, la llamada liberación de la mujer y las supuestas conquistas de sus derechos, sólo fueron un lema vacío de cualquier significado y realidad. Dicho informe, afirma que las empresas europeas no hacen ningún esfuerzo por romper “la barrera ficticia” que impide a la mujer estar en los cargos directivos más altos.
Anna Diamond, la responsable europea de asuntos sociales, dice: “El mundo del comercio y de los negocios muestra claramente la desigualdad entre los dos sexos. Mientras la mujer está en un 20% o un 30% de los altos cargos oficiales y empresariales del sector público en Europa, ocupa tan solo un 2% de los altos cargos en las empresas privadas en Francia, un 3% en Alemania y un 6,3% en el Reino Unido. Su fracción de los altos cargos en los bancos permanece en un 5%.”
La responsable hace hincapié en la continuidad de la existencia de una desigualdad entre los salarios de hombres y mujeres, especialmente en los puestos de directivos ejecutivos. En este llegando a nuestra caso, las mujeres cobran un 16% menos de lo que cobran los hombres.
Michael (interrumpiendo): Veo que el tren está llegando a nuestra
última estación…
Debemos buscar nuestro equipaje ahora.