Después de un descanso en el que ambos amigos durmieron una breve siesta, se intercambiaron sus asientos para recuperar su vitalidad. Entonces, Michael empezó la conversación diciendo:
Se ve que se está extendiendo el divorcio en las sociedades islámicas, y quizás uno de los motivos a los que se debe eso es que el Islam permitió el divorcio.
Rashid: Primero, el Islam no fue el primero en permitir el divorcio, por lo tanto los resultados de esta ley no se deben exclusivamente al Islam. Antes del Islam, el divorcio estaba extendido en casi todo el mundo. El hombre se enfadaba y echaba a la mujer de su casa, independientemente de si tenía razón o no, y sin que la mujer tuviese cualquier derecho o compensación. Vemos como la civilización griega llegó a su auge, y en ella el divorcio era algo común, sin regulaciones ni condiciones. En cuanto a la religión judía, es sabido que permite el divorcio y que éste es sólo por parte del hombre y sólo acorde a su voluntad. También tiene derecho a divorciar a su mujer sin ninguna excusa, aunque opinen que es mejor divorciarse por algún motivo. En su caso, llama la atención el hecho de que la mujer no pueda volver a su primer marido, si ésta se casa con otro.
Segundo, ¿es verdad que el divorcio está extendido en las sociedades islámicas para decir que su permisividad es la causa de ello? Echemos un vistazo a algunas estadísticas alrededor del mundo y comparemos:
En EEUU, la tasa de divorcios entre los años 1992 y 1995 llegó a 502 casos de divorcio por cada 1000 casos de matrimonio. Se espera un gran aumento en esta tasa. Quizás esto fue lo que empujó a la administración estadounidense a omitir, desde el año 1999 y hasta el momento, la tasa de divorcios, a pesar de publicar el número de matrimonios. En Rusia, la tasa media de divorcios desde 2001 hasta 2004 es de 750 casos por cada 1000 matrimonios. En Suecia la tasa media de divorcios ha llegado en esos mismos años a 539 casos por cada 1000 matrimonios. En Gran Bretaña la tasa media de divorcios llegó a 538 casos de divorcio por casa 1000 casos de matrimonio durante los años 2000 – 2003.
En Japón, la tasa media de divorcios fue de 366 casos de divorcio por cada 1000 casos de matrimonio durante los años 2000 – 2004.
Si vemos nuestras sociedades islámicas, la tasa de divorcios más alta se da en Kuwait dónde llega a los 347 casos de divorcio por cada 1000 casos de matrimonio durante los años 2000 – 2004. En cuanto a los demás países, sus tasas son muchísimo más bajas. En Jordania es una tasa de 184 divorcios por cada 1000 matrimonios durante los años 2000 – 2004. En Palestina son 142 divorcios por cada 1000 casos de matrimonio.
En Egipto la tasa media de divorcios durante los años 2000 – 2004 fue de 134 casos de divorcio por cada 1000 casos de matrimonio. En la sociedad siria dicha tasa llegó en los años 2000-2002 a 84 casos de divorcio por cada 1000 casos de matrimonio. En Libia la tasa llegó a 51 casos de divorcio por cada 1000 casos de matrimonio, en Irán la tasa media de divorcios llegó a 97 casos de divorcio por cada 1000 casos de matrimonio en los años 2000 – 2003.
¿Podemos decir, después de todo esto que, el divorcio está extendido en las sociedades islámicas y que, ello se debe a que el divorcio está permitido en el islam?
Michael: Pero se sabe que el Islam destaca por la facilidad a la hora de dar efecto al divorcio, en comparación con otras religiones y sistemas sociales.
Rashid: Ese comentario contiene más de un asunto, así que permíteme que los trate detalladamente.
Michael: Adelante.
Rashid: El primer tema es creer que en el Islam exista una facilidad al dar efecto a los divorcios. Por supuesto, ningún sistema legal o social incita al divorcio. Puedo estar de acuerdo contigo en que muchos de quienes no observan las enseñanzas del Islam, tratan este asunto con frivolidad abusando de algunas competencias que se le asignan. No obstante, y al mismo tiempo, debemos saber que las enseñanzas del Islam son inocentes de este tipo de comportamiento. Son enseñanzas claras a la hora de zanjar el asunto y organizarlo minimizando sus consecuencias negativas. Lo que ocurre en algunas sociedades es el resultado de la lejanía de esas sociedades de la verdad de la religión Islámica, de sus leyes y sus órdenes.
Michael: ¿Podrías explicar más este punto?
Rashid: El matrimonio en el Islam es básicamente un contrato duradero, y está prohibido limitarlo a un período de tiempo. Es decir, se presupone la continuidad de la vida conyugal entre marido y mujer hasta que la muerte los separe. El contrato de matrimonio es descrito en el Corán como un “compromiso colosal”, cosa que invita a respetarlo y descartar desarticularlo. Asimismo, el divorcio es algo desaconsejable en el Islam excepto en situaciones de necesidad. Situaciones en las que el Islam nos indica empezar por esfuerzos de reconciliación y ciertas medidas que lo pueden evitar. Y con él deben estar presentes éticas que salvaguardan la dignidad de todas las partes y protegen lo que queda de la familia.
El Islam ha incitado a quedarse con la esposa y no divorciarla; incluso si su esposo odia en ella alguna cualidad que le disgusta. También le recuerda la necesidad de fijarse en otras cualidades que ella tiene y que quizás sean motivo para quedarse con ella. Asimismo, protegió la sacralidad del matrimonio de cualquier despropósito, avisó contra pronunciar las palabras de divorcio de forma trivial y ordenó al marido controlar sus nervios y tener cordura a la hora de evaluar a su esposa. El Islam delegó la intervención de otras partes interesadas en lograr el beneficio de ambos cónyuges en caso de que los cónyuges sean incapaces de solucionar sus problemas por sí solos. Además, hizo que el divorcio definitivo fuese en diferentes fases a modo de experimento, dándoles la oportunidad de volver juntos. Así pues, no hizo que la vida conyugal se viniese abajo desde el primer conflicto que surgiera entre los cónyuges, sino que hizo que el divorcio se produjese tres veces. El esposo tiene el derecho de volver con su esposa después de la primera y la segunda vez; e incluso después de la tercera. El islam, permite que los cónyuges vuelvan juntos. Aunque sólo después de que ocurra una medida dura y drástica para ambos cónyuges, y es que la mujer divorciada se case con otro hombre diferente.
Michael: Ese el primer tema, ¿qué hay después?
Rashid: El otro punto es la visión equivocada que tienen las demás sociedades no musulmanas. La verdad es que, en dichas sociedades, el divorcio puede producirse por razones banales, y debemos saber esto. En EE.UU. por ejemplo, los casos judiciales mencionan que es posible divorciarse si uno de los dos cónyuges es adicto a los ordenadores, o a los programas o partidos televisados. En Canadá, es suficiente que uno de los cónyuges pruebe que su pareja sufre de ronquidos en su sueño para así tomar efecto el divorcio de manera inmediata. En Italia, cualquiera de los cónyuges puede obtener una sentencia de divorcio si su pareja le obliga a llevar a cabo alguna tarea doméstica. En Gran Bretaña, trastear con los enseres del cónyuge es considerado una excusa para el divorcio, como es, por ejemplo, romper un billete de viaje.
En cuanto a Japón, el tribunal puede emitir una sentencia de divorcio si un cónyuge duerme de una manera que no guste a su pareja.
Michael: Lo que acabas de mencionar, Sr. Rashid, es cierto. Pero es una realidad en los sistemas judiciales laicos que dejan de lado la religión. En cuanto al cristianismo, su postura acerca del divorcio es bien conocida, así como su rigurosidad en su prohibición, excepto por razones limitadas que resulta difícil probar en el terreno de la realidad.
Rashid: Te puedo asegurar que esa severidad no se adecúa ni a la naturaleza ni a la vida humana. Esto se ve con claridad con algunos cristianos que viven en los países islámicos, que conocen ambas religiones y que llegan a dejar su religión huyendo de esa rigidez. Llegan a un punto decisivo de su vida social, donde no encuentran una respuesta en su religión, a la naturaleza de la vida y sus complicaciones.
Esto es algo por lo que destaca el Islam; es una religión que incluso cuando obliga a que el contrato de matrimonio sea eterno, sabe perfectamente que está legislando para personas que viven en el planeta tierra. Personas que tienen sus características, sus maneras de ser humanas y sus circunstancias que quizás sufran alteraciones. Deja, al mismo tiempo, un margen de error en nuestras elecciones y que sólo la experiencia puede revelar. También tiene en cuenta que, este cambio de circunstancias o estos errores en los que caemos, pueden tener consecuencias con diferentes grados de negatividad. En ocasiones son aguantables, mientras que en otras pueden ser físicas e inaguantables y acarreen grandes pérdidas psicológicas, sociales, e incluso, materiales. Por ello, legisla para ellos una manera de solucionar estos errores si obstaculizan su vida, si constriñen su camino y hacen fracasar sus esfuerzos de conciliación. El Islam, en este sentido, es una religión tremendamente realista, una religión profundamente justa tanto con el hombre como con la mujer y la familia en general. Enderezar el rumbo incluso con una separación y con el inicio de una nueva experiencia, es mejor que seguir quemando a todos los miembros de la familia con el fuego de los conflictos y los desacuerdos, o seguir juntos incluso después de la pérdida de la finalidad y los objetivos del matrimonio. Unos objetivos entre los cuales destacan, el sosiego psicológico a través del amor, el afecto y la compasión, y la construcción de una familia estable y próspera. El divorcio en el Islam es una cura y una enmienda del rumbo del matrimonio; una oportunidad de cambiar y empezar una vida nueva más feliz.
Creo que el divorcio en el Islam, con las regulaciones ya mencionadas, es una prueba de la tolerancia y el realismo de esta religión.
Michael: Pero ¿por qué hace el Islam que el divorcio esté solo en manos del hombre? ¿Acaso eso no es una injusticia hacia la mujer?
Rashid: De nuevo, debemos ver el tema desde una perspectiva integral que tenga en cuenta todas las dimensiones del asunto. Me refiero a que veamos esta cuestión desde un amplio prisma social que empiece con el propio matrimonio y sus propósitos, pasando por el concepto de familia y las funciones, deberes, obligaciones y derechos de cada miembro dentro de ella.
Aquí debemos recordar que está científicamente probado que la mujer, dada su naturaleza, es más sentimental, subjetiva e impulsiva que el hombre; cosa que hace que el hombre sea más consciente de las consecuencias de este hecho, más capaz de controlar sus nervios y frenar su irascibilidad en caso de enfado e ira.
Además, el divorcio en el Islam conlleva como consecuencia el hecho de que el marido tenga que cargar en solitario con pérdidas financieras y le acarrea cargas financieras incluso después del divorcio. Es indudable que, dichos costes financieros resultantes de la decisión de divorciarse, son razones adicionales que incitan a ambos cónyuges a tomarse las cosas con calma y a controlarse.
Aún así, el Islam, a pesar de haber puesto el divorcio sólo en manos del hombre, no se olvidó de dejar una salida a la mujer para separarse de su marido si ve un motivo suficiente para ello. Esto es algo conocido en árabe como Jul’ (derecho de la mujer para disolver el matrimonio) dentro de unas regulaciones que protegen los derechos de todas las partes.
Querido amigo, ¿quieres que hablemos del estado de la mujer en vuestros países?
Michael: Creo que será mejor que comamos.